domingo, 26 de septiembre de 2010

Brodsky / Volkov

Cuelgo unos fragmentos de las conversaciones que Joseph Brodsky mantuvo con Solomon Volkov a lo largo de doce años y que fueron reunidas después y publicadas en un volumen. La traducción proviene de la edición francesa, Conversations avec Joseph Brodsky.

*

S. VOLKOV: Estoy de acuerdo en ese punto, la época convierte al escritor en un personaje de la Historia, lo quiera él o no.
J. BRODSKY: Las cosas no suceden exactamente de ese modo. El tiempo hace al hombre a su imagen y semejanza. El Renacimiento creó la imagen del hombre lleno de inquietudes y esta imagen evolucionó durante el siglo de las Luces hasta llegar al Romanticismo. Me gustaría remarcar que ese ideal del hombre inquieto, cualquiera que sea la naturaleza de su actividad, es muy peligrosa, ya que la idea de la lógica aplicada le sigue, y ésta es una de las ideas más destructivas. Se puede decir, por ejemplo, que los campos de concentración son la consecuencia lógica del comunismo o del fascismo, como el dogma es la de todas las religiones, y así sucesivamente.
   Pero yo no me refería al tiempo tal como es percibido por el hombre, ni a los períodos históricos. En realidad, yo quería hablar del tiempo en sentido metafísico; desde este punto de vista, tiene su propia identidad, su propia evolución. El tiempo nos presenta una u otra de sus caras, es la materia del tiempo la que se desarrolla ante nosotros.
    Encontré en la obra de un poeta menor de Alejandría una sentencia que sigue pareciéndome de lo más grandioso que he leído nunca. Dice así: “En el curso de tu vida, esfuérzate por imitar al tiempo. Esfuérzate por alcanzar la plena contención y la serenidad, evita los comportamientos extremos. No seas especialmente elocuente, intenta ser más bien monótono”. Y prosigue: “Pero no te disgustes si no logras realizar esto mientras dure tu vida porque, cuando estés muerto, te asemejarás al tiempo, pase lo que pase". No está mal… ¡Y se escribió hace dos mil años!
   Y es en este sentido en el que el tiempo intenta formar al hombre a su imagen y semejanza. La cuestión se reduce a saber si el poeta, el escritor, el hombre en general comprende con qué está tratando. Ciertas personas se revelan más sensibles que otras a lo que el tiempo quiere conseguir de ellas. Es todo.

(...)

S. VOLKOV: ¿Entonces usted cree que la existencia terrestre del poeta se purifica porque entra en contacto con el ritmo, con el tiempo?
J. BRODSKY: Pronunciar la palabra “purificación” conlleva un juicio de valor. En realidad, al poeta no le preocupa la purificación. ¿De qué tendría que purificarse? ¿De la vida? Hoy se emplea a menudo la expresión “tomar distancia”. Y eso es lo que él hace: tomar distancia con respecto a los clichés. Por ejemplo, ¿por qué Auden es un poeta tan extraordinario, sobre todo al final de su vida, en la parte de su obra que menos se suele apreciar? Porque consiguió un sonido neutro, una voz neutra. Esa neutralidad se paga cara; no llega cuando el poeta se vuelve objetivo, seco, reservado; llega cuando no hace otra cosa que ir al paso del tiempo, porque el tiempo es neutro, porque la sustancia de la vida es neutra.

(...)

S. VOLKOV: A propósito de Auden, usted ha abordado una cuestión muy importante: ¿Tienen necesidad los lectores de conocer la vida de un autor? ¿Es importante esa vida? ¿Es cierto que no existe ningún vínculo entre ella y los versos? Desde la época romántica es difícil fijar un límite entre la vida del poeta y sus obras; pienso en Byron, Novalis, Lermontov. ¿Es posible imaginar que un especialista en la poesía de Pushkin no conozca los detalles de su vida personal? Esa vida forma parte de su obra desde el mismo título, como en El caballero de bronce.
J. BRODSKY: El romanticismo es culpable de originar una situación absurda cuyas manifestaciones es inútil discutir o analizar. Es evidente que cuando hablamos de un “héroe romántico” no nos referimos del todo a Childe Harold o a Pechorin. En realidad, hablamos del poeta mismo, de Byron, de Lermontov. Claro, es estupendo que hayan tenido una vida como aquella, pero para mantener tal tradición se necesita un puñado de requisitos: ir a la guerra, morir joven, ¡y Dios sabe qué más! En efecto, por mucha diversidad que presente el recorrido de un autor, por mucha que sea su complejidad, sus variaciones son mucho más limitadas que sus obras. La vida es menos rica que el arte porque la materia que éste utiliza es mucho más flexible, e inagotable. No hay nada más simplón que considerar una obra como el resultado de una vida, de tales o cuales circunstancias. Si el poeta escribe, es por causa de la lengua y no porque “la mujer amada se ha ido”. La materia que el poeta utiliza posee su propia historia, esa materia es su historia, si lo prefiere usted así. Y la mayor parte del tiempo, esta historia no coincide del todo con la vida personal del poeta porque la sobrepasa. Incluso un autor que se esfuerza conscientemente por ser realista se da cuenta enseguida de que aquello que quiere escribir ya se ha dicho. Lo repito: la biografía no explica absolutamente nada.

   ­- ¿Pero no cree usted que la postura de los poetas frente a este asunto es, cuando menos, equívoca? Tomemos a Auden, por ejemplo, que declaró a menudo que la lectura de la biografía de un escritor no permite comprenderle con más facilidad. El lanzó una llamada para que nadie tratara de escribir sobre su vida e insistió a sus amigos para que destruyeran las cartas que les había enviado. Pero es ese mismo Auden quien, en un artículo sobre la edición en inglés de los diarios íntimos de Tchaikovsky, escribió que no había nada más interesante que leer el diario íntimo de un amigo. ¡Y relea los ensayos de Auden! ¡Con qué placer analiza la biografía de los grandes hombres! ¡Cómo saborea cada detalle revelador, sí, pero perteneciente a la esfera privada! ¿Acaso no es un sentimiento natural?
   - ¿Sabe usted por qué Auden estaba en contra de las biografías? Me he planteado a menudo esta cuestión y la hemos discutido, mis estudiantes americanos y yo, hace no mucho. La raíz del problema es que el conocimiento de la vida de un poeta puede ser, en sí mismo, algo extraordinario, sobre todo para los admiradores de ese autor, pero con demasiada frecuencia ocurre que no aporta ninguna luz sobre sus versos, incluso puede oscurecerlos aún más. Es posible evocar acontecimientos como la prisión, la persecución, el exilio, pero el resultado, en el terreno del arte… Dante no fue el único hombre exiliado de Florencia, ni Ovidio de Roma.

   - Perdóneme, pero yo sólo alcanzo a ver una cosa en la dualidad del punto de vista de Auden: su temor…
   - ¿El de que alguien fuera a hurgar en su vida? ¡Claro que no, lea biografías, si tiene usted ganas! Por mí, que haya autores dedicados a escribir ese género de libros, es su trabajo. Pero lo que me interesa es el punto de vista de los escritores por sí mismos. Es cierto que, aunque estén vivos, se miran como si estuvieran muertos. Todos hemos empezado leyendo biografías de grandes hombres, todos nos hemos identificado con ellos, ¿no? El peligro viene cuando, en algún momento, la vida y la obra se confunden en la conciencia misma del poeta, y éste acaba convirtiéndose en su propio mito. Auden era ajeno a eso.
   Otro ejemplo, Czeslaw Milosz. Vino a recitar sus poemas a Nueva York hace poco y un espectador le planteó esta pregunta: “¿Cómo evolucionarán, en su opinión, los acontecimientos en Polonia?” Milosz respondió: “Es usted víctima de un error romántico. Usted identifica la figura del poeta con la del profeta, y pertenecen a categorías distintas”.
   Bien entendido, el poeta puede predecir ciertos acontecimientos que después acaben haciéndose realidad…

   - Andrei Biely predijo la invención de la bomba atómica…
   - Entregarse a predicciones de ese tipo no es la función del poeta. Auden dijo cosas muy interesantes al respecto: se puede escribir “mañana lloverá”; es verosímil que eso suceda. Pero en realidad, el poeta debe simplemente hacer rimar mañana (tomorrow) y sufrimiento (sorrow).


                                                                   Traducción de Abraham Gragera

sábado, 25 de septiembre de 2010

Adam Zagajewski

NO DEJES QUE EL INSTANTE DE LUCIDEZ SE ESFUME

No dejes que el instante de lucidez se esfume
Permite al pensamiento luminoso durar en la quietud
Aunque la página esté casi llena y la llama vacile
No hemos ascendido aún hasta nosotros
El saber crece lento como muela del juicio
La estatura de un hombre es una señal aún
En lo más alto de una puerta blanca

De muy lejos, la voz jubilosa de clarines
Y canciones acude ovillada como un gato
Que lo incomprensible no se pierda en el vacío
El artífice del fuego aún lo aviva con carbón
No dejes que el instante de lucidez se esfume
Sobre materia seca y dura
Graba tú la verdad


                                   Adam Zagajewski
                                   Traducción del inglés de Abraham Gragera


viernes, 24 de septiembre de 2010

Czeslaw Milosz

UN DEBER

Con temor y temblor, pienso que mi vida se realizaría
si me decidiese tan sólo a confesar en público,
a revelar un fraude, el mío y el de mi época:
nos permitieron chillar en la lengua de enanos y demonios
pero las palabras claras y dignas fueron prohibidas
y si alguien osaba pronunciar alguna tan severo era el castigo
que se daba a sí mismo por perdido.


LA CAÍDA

La muerte de un hombre es como la caída de una gran nación
que tuvo valerosos ejércitos, capitanes y profetas,
prósperos puertos y barcos en todos los mares,
pero que ya no ayudará a ninguna ciudad sitiada,
no establecerá alianza alguna,
porque sus ciudades están vacías, la población diseminada,
sus tierras antes fértiles cubiertas por los cardos,
su misión olvidada, su lenguaje perdido,
un dialecto rural en algún sitio inaccesible, en las montañas.


                                               Czeslaw Milosz
                                               Traducción del inglés de Abraham Gragera

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Giuseppe Ungaretti

EL ÁNGEL DE LOS POBRES

Ahora que se adueña de las mentes
oscurecidas la piedad más áspera
de la tierra y la sangre,
ahora que nos mide en cada pulso
el silencio de tanta muerte injusta…

Ahora
que se despierte el ángel de los pobres
la gentileza que del alma
perdura…

Que baje con el gesto inextinguible
de los siglos al frente de su viejo pueblo,
en mitad de las sombras…


                                   Giuseppe Ungaretti
                                   Traducción de Abraham Gragera

martes, 21 de septiembre de 2010

Umberto Saba

CUANDO EL RECUERDO

Cuando el recuerdo de ti me acompaña
en lo oscuro, donde a veces de horror
me refugio del día, su dulzura
inmóvil me mantiene como estatua.

Luego me alzo, reanudo el vivir mío.
Todo de mí se aleja, juventud,
gloria; y la atención de los otros me es extraña.
Pero el recuerdo aquel de ti: que vives,
de todo me conforta. Ah ternura
inmensa, casi inhumana.


                                   Umberto Saba
                                   Traducción de Abraham Gragera

lunes, 20 de septiembre de 2010

Stephen Spender

OSCURIDAD Y LUZ

Dejar atrás el caos de mi negrura
hacia un radiante día es mi deseo.
Como un ojo en la noche mis palabras persiguen
para su luz un centro: y mis actos lanzados
hacia sitios distantes por violencia impaciente
se reúnen y forman un camino de piedra
que va de mi negrura al día radiante.

Evitar igualmente el día radiante,
preservar mi negrura, es mi deseo.
Como un ojo se entorna ante la luz, mis palabras
regresan a lo oscuro hasta cerrarse; mis actos
se arrojan a su opuesto con violencia impaciente
hasta quebrar el próximo camino; vuelan
en círculos para evitar el centro.

Dejar atrás lo oscuro ir hacia el centro
alumbra mi flaqueza, si fracaso;
el arco de metal del trayecto con que evito
vuelve a curvarse sobre mi flaqueza al fin;
y aunque la débil luz destelle ante mi rostro
y en lo oscuro mi vista se oculte de mi vista,
los círculos y el centro son ambos mi flaqueza.

¡Ah extraña identidad de deseo y flaqueza!
¡Ola terrible, blanca, de palabra furiosa!
¡Vuelo terrible en la giróvaga negrura!
¡Temida luz que acecha mi perfil!
¡Temida noche que me cubre de aprensión!
Detrás de mi deseo perfila mi flaqueza
con un gran sol mi territorio de aprensiones.

Y crezco hacia ese sol para aceptarlo,
el sol que escinde el día de la noche. La luz
huye de la negrura y la negrura
de la luz hacia el negro o el blanco de un vacío
total. Mi cuerpo, el mundo, une la oscuridad
y la luz, reconcilia y separa
en día radiante el caos de mi negrura.


                                   Stephen Spender
                                   Traducción de Abraham Gragera

domingo, 19 de septiembre de 2010

W. H. Auden

EL MÁS AMANTE

Uno sabe, mirando las estrellas,
que puede irse al infierno si es por ellas,
pero aquí, en este mundo, que te ignoren
es lo menos temible de animales y hombres.

¿Y cómo iba a gustarnos que ardiesen por nosotros
de pasión las estrellas, de pasión sin retorno?
Si no se pueden dar afectos semejantes,
permite que yo sea el más amante.

Yo que, supongo, he admirado siempre 
estrellas que pasaban de mí completamente,
no puedo ahora decir, viéndolas ahí arriba,
cuánto añoré a una de ellas todo el día.

Puesto que han de morir, o no ser más que humo,
tendría que aprender a mirar cielos desnudos
y a sentir su absoluta, sublime oscuridad,
aunque eso aún, me temo, tardará.  


W. H. Auden
Traducción de Abraham Gragera

sábado, 18 de septiembre de 2010

Mudanza

Me mudo a Madrid. Por tercera o cuarta vez en mi vida vuelvo a la ciudad donde nací y a la que nada me une salvo algunos recuerdos de segunda o tercera juventud.
Cuelgo un poema de Ashbery, una brillante parodia, llena de invención verbal, humor e ironía, de lo sublime romántico: ideal para quien se dispone a cambiar de lugar y de tiempo mientras sigue intentando aprender a jugar con el fardo obeso y siempre vulnerable de la tradición, de las vidas acumuladas, y a proteger las esperanzas propias con muecas teatrales y actos gratuitos de ¡oh! cierto valor estético.
Es, pues, mi modo de desearme suerte.

LOS PATINADORES, II


Antiguos cielos, solíais pellizcaros encima de nosotros,
firmes como la lluvia cada vez que una salva… Antiguos cielos
que yacéis sobre el viejo, mas no ruinoso, fuerte,
¿acaso alguien escucha, allí, lo que yo digo?

Pues sois vosotros el objeto de mi parodia,
vuestras invisibles negativas. Y las casi atinadas impresiones
que la prensa corrobora, lo cual está muy bien.
Desde aquí os invoco, mas no creo que lleguéis a responderme.

Pues estoy condenado a tamborilear con los dedos
en este piano cerrado, este tedioso planeta, tierra
como haciendo un guiño a través de anhelantes, crecientes distancias,
un último destello antes de la noche.

Mucho más se podría haber dicho en favor de las tormentas
mas parece que las abandonasteis en pro de la infinita luz.
No puedo decir que en el cambio aprecie mejoría.
Hay algo inquietante en estas noches de verano que no terminan nunca…

Nos acercamos a la costa mora, creo, en un bateau.
Me pregunto si allí encontraré amigos,
si el futuro será más amable conmigo que el pasado, por ejemplo,
y lo dispongo todo para estar dispuesto, y descubro que no lo estoy.

Pero estoy preparado para este viaje y para cualquier cosa digna de
     mención.
No es que tenga o no miedo, sino que el tiempo es breve.
Quizá hayas hecho alguna vez preparativos para un viaje y sepas qué
     se siente.
Una mañana, de pronto, el trenecito llega a la estación y oh, pero qué grande

es. Mucho más grande y veloz de lo que te dijeron.
Un estudiante barbudo con un ancho y viejo abrigo espera para cogerlo.
Por qué ir hacia allí, dicen todos. El otro rumbo es mejor.
Y es cierto. Allí la gente es libre, antes que nada. Pero adonde tú vas, nadie
     lo es.

Sin embargo, hay parques y edificios que visitar, la “Bibliothèque
     Municipale”,
reservas de hotel y demás tonterías. Viejas películas americanas dobladas
     a otros idiomas.
Café, whisky, colillas. Cosas que a nadie importan. Lluvia en la áspera
     lana de tu abrigo ligero.
Me doy cuenta de que nunca he sabido por qué quise venir.

De todos modos jamás regresaré al pasado, ese ático.
Tal vez los veleros sean allí más hermosos que éstos, éstos contra
     los que me inclino ahora,
salpicados de diamantes y manchas purpúreas, anaranjadas,
que otra vez me conducen a la búsqueda de lo desconocido. Estas velas son
     la vida misma para mí.

Una vez oí a una niña hablar de ello, lloraba, y le traje pescado y fruta fresca,
aceitunas y pan horneado. Secó sus lágrimas y me lo agradeció.
Ahora navegamos juntos mar adentro hacia un ocaso púrpura.
¡Me encanta! Este crucero no será nunca demasiado largo para mí.

Y de nuevo escritorios, radiadores… ¡No! Todo eso quedó atrás.
No más embotamiento, sólo cine, amor y risas, sexo y diversión.
El revisor toca el silbato con premura, la ventanilla se cierra.
El tren que nos lleva es un transbordador, los barcos son reales esta vez.

Pero escucho a los cielos decir: ¿Es apropiado? ¿Este continuo vaivén?
¿La risa y las lágrimas y lo demás? ¿No debería la simple tristeza ser
     bastante para él?
¡No! ¡No volveré a soportarlo, viejos, bigotudos cubiles de tristeza
Esto es justo lo que necesito. Instalarme cómodamente en el balcón de
     mi rostro

contemplar el maldito paisaje, un faro satisfecho
soy. Ni por un rey me cambiaría. Aquí me quedo pues, siempre volviendo a
     empezar
mi interminable viaje hacia nuevas nostalgias, nuevos anhelos y flores,
el modo en que las costas se deslizan al pasar. Jamás olvidaré este instante

de puro éxtasis. Soy más feliz de lo que nunca imaginé
que podría serlo alguien.  Y el ancla como un dedo hurga en el fondo de las
    costas…
¡Todo está pasando! ¡Es pasado! No, Yo sigo aquí,
braman las costas y rugen los cielos en su aquiescencia

mientras nos baña una luz de limón que desciende
horizontal hasta la noche, la noche que el cielo fue
lo bastante benévolo para enviarnos, y me abandono a los sueños más
     dulces,
nuevamente feliz, porque el mañana ha llegado.

Mas la cuestión permanece. Nubes errantes derraman pasado.
Léase el diario oficial. Nosotros no la desvelaremos hoy.
El viejo hogar humeó peor que nunca porque la lluvia caía dentro de la
     chimenea.
Solamente el ojo turbio de la niebla nos abordaba a través del cristal reparado.

Fuera, el agua fangosa anegó la madera del desgastado escalón.
El bote de remos fue amarrado en la charca infestada de cocodrilos.
De alguna parte, de lo más profundo de la jungla, un lamento llegó.
¿No sería…? En resumen, un día lluvioso, un clima húmedo.

El viaje entero ha de ser cancelado.
Es imposible realizar las diferentes conexiones.
Además, los hoteles están saturados esta temporada. Y los juncos repletos
     de refugiados
que vuelven de las islas. Besugos y lenguados abundan en las aguas
     cenagosas.

De hecho, representan la médula económica de la isla.
Eso, y liar puros. Por favor, deje sus documentos sobre la mesa y desfile.
Ya sabe. “La Marcha nupcial”. Claro, eso es. Los novios descienden
los escalones de la vieja iglesita. Penden festones, jirones de nubes

y hasta parece que el sol va a asomarse. Pero con tanta falsa alarma…
¡No, ha sucedido! ¡La tormenta ha cesado! De nuevo el tiempo es bueno, el
     cielo claro.
¿Y el viaje? ¡Continúa! Escuchad, el barco zarpa.
¡Puedo oír el silbido de la sirena! ¡Casi no hay tiempo para llegar al muelle!

Y se alejan en masa, bajo la luz sulfurosa del crepúsculo,
a las ultramarinas, plateadas aguas donde espera el reluciente, blanco navío
a que lo inunde en tropel la variada, contenta multitud
cantando y derramando himnos sobre el anchuroso mar…

Y nos arrastran halando y nos envuelven con serpentinas,
áureo confeti de plata. Y reímos alegres y cantamos junto a los jubilosos
mas sin estar lo bastante seguros de querer acudir –hace tanto calor en
     el muelle.
¿Quién sabe dónde levará anclas el majestuoso navío?

Y plenos de risas y lágrimas nos acercamos furtivos a los demás pasajeros.
Y el suelo vira bajo los pies. ¿Es el barco? Podría ser el muelle…
Y con un poderoso golpe de viento las velas se alzan… Y un horrible humo
     negro es escupido por las chimeneas
y mancha los trajes dorados de carnaval de un alegre hollín azabache

y así, como entrando en un túnel, da comienzo el viaje
sólo, como ya dije, para continuar. Los ojos de los que se quedan
     se humedecen
los nuestros están secos. ¡Y en la noche secreta y brumosa se pierden
     como todos nosotros!
¡En lo desconocido, el misterio que nos ama, lo grande, magnífico,
     desconocido!

                                                             John Ashbery
                                                             Traducción de Abraham Gragera

viernes, 17 de septiembre de 2010

Tadeusz Rozewicz

A MITAD DE LA VIDA

Después del fin del mundo
tras mi muerte
me hallé
a mitad de la vida
me creé a mí mismo
construí la vida
gente bestias paisajes

esto es una mesa dije
es una mesa
en la mesa descansan pan y cuchillo
el cuchillo sirve para cortar el pan
la gente se alimenta con el pan

uno debería amar al hombre
lo estaba descubriendo noche y día
qué debería amar uno
al hombre respondía

esto es una ventana dije
una ventana
detrás de la ventana hay un jardín
en el jardín veo un manzano
el manzano florece
las flores se marchitan
las frutas toman forma
maduran lo bastante
como para que mi padre coja una manzana
ese hombre que coge una manzana
es mi padre
yo estoy sentado en el umbral

esa anciana que tira
de una cuerda atada a un cabritillo
más necesaria es
y más preciosa
que las siete maravillas del mundo
quien piense y sienta
que para nada sirve
es culpable de genocidio

esto es un hombre
esto es un árbol esto es pan

la gente se alimenta para vivir
una y otra vez me repetía
la vida humana es importante
la vida humana tiene una importancia enorme
el valor de una vida
sobrepasa el valor de todos los objetos
que el hombre ha fabricado
el hombre es un gran tesoro
con terquedad lo repetía

este agua dije
mientras acariciaba las ondas con mi mano
y conversaba con el río
el agua dije
el agua buena
soy yo

el hombre le habló al agua
le habló a la luna
a la lluvia a las flores
le habló a la tierra
a las aves
al cielo
y la tierra callaba
y el cielo enmudecía
si oyó una voz brotar
de la tierra el agua el cielo
fue la voz de otro hombre


                                   Tadeusz Rozewicz
                                   Traducción del inglés de Abraham Gragera

lunes, 13 de septiembre de 2010

Franco Fortini

TRADUCIENDO A BRECHT

Toda la tarde
una tormenta enorme se ha cernido
sobre los techos hasta romperse en rayos, agua.
Y yo fijaba versos de cemento y vidrio
con sus calamidades, gente chillando y miembros
míos incluso, que sobreviví. Con cautela,
mirando hacia las tejas arrasadas, a la página
seca, pude oír la palabra
de un poeta expirar o transformarse
en otra, no ya por nosotros, voz. Los oprimidos
están serenos y oprimidos, los opresores
también serenos telefonean, el odio
es cortés y yo mismo no sé ya
quién es culpable.

Escribe, me digo, odia
a quien guía suavemente hacia la nada
a los hombres y mujeres que junto a ti caminan
y creen no saber. Escribe también tu nombre
entre los de tus enemigos. El temporal
y su estruendo han pasado. La naturaleza
es demasiado débil para imitar batallas. La poesía
no cambia nada. Nada es seguro, pero escribe.


                                               Franco Fortini
                                               Traducción de Abraham Gragera

domingo, 12 de septiembre de 2010

Velimir Khlebnikov

CINCO POEMAS FÁCILES

Poco, requiero.
Un trozo de pan,
un dedal de leche,
y estas nubes
y este cielo.

*

La ley del péndulo prescribe
que ora se lleven zapatos anchos, ora estrechos,
que ora sea de noche, ora de día.
Y que los dueños de la tierra sean
ora el rinoceronte, ora el humano.

*

Cielo nocturno, rebosante
de constelaciones,
¿qué destino, qué noticias
te hacen brillar así?
¿Libro de libertad? ¿Divertimento?
¿Cómo debo leer la suerte mía
dentro de ti,
cielo inmenso,
a media noche?

*

Los años, los hombres y los pueblos
pasan y no regresan,
como el agua corriente.
En el espejo flexible
de la naturaleza
los astros: la red, los peces: nosotros,
los dioses: fantasmas, tiniebla.

*

Y el viento es oscuro
Y el álamo tierra,
Y el mar con su charla,
Y tú, tan lejos.

                                  
                                   Velimir Khlebnikov
                                   Traducción del italiano de Abraham Gragera


sábado, 11 de septiembre de 2010

Zbigniew Herbert

SOBRE LAS DOS PIERNAS DEL SEÑOR COGITO

La izquierda es normal
podría decirse que optimista
un poco pues se queda corta
chica mala
con músculos trenzados
y una bien moldeada pantorrilla

la derecha
-Señor ten piedad-
escuálida
con dos marcas
una a lo largo del tendón de Aquiles
la otra oval
de un rosa pálido
un innoble recuerdo de ahuecar el ala

la izquierda
adicta a los brincos
al ballet
demasiado encariñada con la vida
para exponerse a riesgo alguno

la derecha
noblemente rígida
burlándose de los peligros

y así
sobre ambas piernas
la izquierda parecida a Sancho Panza
y la derecha
con vocación de caballero andante
el señor Cogito
recorre
el mundo
titubeando un poco


El SEÑOR COGITO Y LA IMAGINACIÓN

1

El señor Cogito no se ha fiado nunca
de las trampas de la imaginación

el piano en la cima de los Alpes
suena engañoso a su entender

nunca prestó atención a laberintos
la esfinge lo colmó de repugnancia

vivía en un hogar sin sótano
libre de espejos o dialécticas

junglas de imágenes enmarañadas
jamás crecieron en su territorio

rara vez se dejó arrebatar
por las alas de una metáfora

se sumergió como Ícaro luego
en los brazos de la Gran Madre

él adoraba las tautologías
las aclaraciones
idem per idem

un pájaro es un pájaro
la esclavitud esclavitud
un cuchillo un cuchillo
muerte la muerte

amó
un horizonte plano
una línea recta
la gravedad del mundo

2

El señor Cogito
será incluido
en la categoría minores

recibirá sin inmutarse el veredicto
de los hombres de letras

él usó la imaginación
con propósitos del todo diferentes
quiso hacer de ella un instrumento
de compasión

anheló comprender del todo

-la noche de Pascal
-la naturaleza de un diamante
-la cólera de Aquiles
-la melancolía de los profetas
-la furia de las masas asesinas
-los sueños de María Estuardo
-el temor de los Neandertales
-la desesperación de los últimos aztecas
-la larga agonía de Nietzsche
-el gozo del artista de Lascaux
-el auge y decadencia de un roble
-el auge y decadencia de Roma

para resucitar a los muertos
y mantener el pacto

la imaginación del señor Cogito
oscila como un péndulo

pasa con una precisión magnífica
de un sufrimiento a otro sufrimiento

no hay en ella lugar
para poéticos fuegos de artificio

él quiere ser fiel
a la claridad incierta


                                   Zbigniew Herbert
                                   Traducción del inglés de Abraham Gragera


viernes, 10 de septiembre de 2010

John Ashbery

DOS ESCENAS

I

Nos vemos como en verdad nos comportamos:
De cada esquina llega una ofrenda singular.
Viene el tren con un retraso alegre;
Las chispas que despide iluminan la mesa.
El destino dirige al capitán, destino es eso.
Hacía tanto tiempo que no oíamos tantas noticias, tanto ruido.
El día transcurrió tibia y placenteramente.
“En tu pelo te vemos,
Aire que duerme abrazando las cimas de las montañas”.


II

Una lluvia delicada unge el mecanismo del canal.
Tal vez sea éste un día de honestidad general
Sin parangón en la historia del mundo
Aunque sus emanaciones carezcan de un estilo propio
Y se sequen así, como mendigos.
Un número increíble de unidades flota sobre un anciano
En la sombra azul de algunas latas de pintura
Como cadetes que dicen, sonriendo: “En el crepúsculo
Le llega a todo su hora, si es que logras descubrir cuál es”.


                                     John Ashbery
                                     Traducción de Abraham Gragera

Czeslaw Milosz

¿ARS POETICA?

Siempre he aspirado a una forma más amplia
libre de pretensiones, ni prosa ni poesía,
capaz de hacernos comprender al otro
sin exponer al autor ni al lector a torturas sublimes.

La poesía, en esencia, tiene algo indecente
que brota de nosotros, que estaba en nosotros aunque no lo supiéramos.
Pestañeamos entonces como si un tigre brincara
y se plantara en la luz esgrimiendo su rabo.

Con razón se dijo pues que la poesía es obra de un daimonion,
y es que es exagerado afirmar que debería provenir de un ángel.
Es difícil saber de dónde procede el orgullo de los poetas,
si al revelar sus flaquezas se ponen tantas veces en ridículo.

¿Qué hombre razonable aceptaría ser un pueblo de demonios
que viven a sus anchas, hablando en varias lenguas
y no contentos con hurtarle mano y boca
se afanan por cambiar su destino para así estar más cómodos?

Lo cierto es que hoy en día lo enfermizo está en alza,
y tal vez pienses que sólo estoy de broma,
o que he dado quizá con otro método
para alabar el Arte sirviéndome de la ironía.

Hubo un tiempo en que sólo se leían libros sabios
que ayudaban a soportar el dolor y la pena.
Al fin y al cabo, no es lo mismo esto
que hojear miles de obras recién salidas de un psiquiátrico.

Y aun así, el mundo es diferente de lo que aparenta
y nosotros no somos tal como nos vemos en nuestros delirios.
La gente conserva, por tanto, una silenciosa integridad
que les hace ganarse el respeto de sus vecinos y familiares.

El propósito de la poesía es recordarnos
lo difícil que es seguir siendo persona
con nuestra casa abierta, su puerta sin llave
e invisibles huéspedes entrando y saliendo a su antojo.

Lo que digo aquí no es, admitámoslo, poesía,
ya que un poema debería escribirse de cuando en cuando y a regañadientes,
bajo presión insoportable y sólo con la esperanza
de que los buenos espíritus, no los malignos, hagan de nosotros su instrumento.


Czeslaw Milosz, Berkeley, 1968.
Traducción del inglés de Abraham Gragera.

Saludos

Abro este espacio con la intención de compartir con aquellos que lo visiten traducciones, propias y ajenas, lecturas, aforismos, ocurrencias, apuntes, comentarios, etc..., en la creencia de que, como dijo Antonio Porchia: "Sin esa tonta vanidad que es el mostrarnos y que es de todos y de todo, no veríamos nada y no existiría nada".